OLIBÓ: MÁS QUE UN "BUEN ACEITE"

Alrededor del olivo hay muchas historias y leyendas que se cuentan, ya que como tantas otras plantaciones, han evolucionado al calor de largos procesos sociales, económicos y culturales que son los que expresan ese condimento extra que le dan color a cada historia, y hablando de ‘condimentos’ y de ‘extra’, bien podemos hablar de Olibó que es un aceite virgen extra que cuenta con esas virtudes y que en catalán significará “buen aceite”.
Y es que el aceite de oliva virgen extra Olibó trae su nombre precisamente por llamarse en catalán, ‘oli’ al aceite y ‘bó’ a bueno, la finca se instaló en Jocolí Viejo en el departamento de Lavalle, en el noroeste de la provincia de Mendoza. El clima es templado y seco, en verano las temperaturas son muy elevadas y cuenta con inviernos fríos con temperaturas cercanas a 0°, una gran irradiación solar y bajas precipitaciones, con suelos arenosos y salinos que favorecen la absorción, presentando óptimas características para el cultivo del olivo con un alto contenido de ácidos oleicos y polifenoles. Todas estas plantaciones son regadas por aguas que provienen del deshielo de la cordillera de los Andes.
Los aceites de oliva virgen extra que presenta Olibó son de tres varietales conocidos como Arauco, Arbequina y Frantoio. La variedad Arauco se crea alrededor de una leyenda con una base de realidad que sucede en el siglo XVI con la introducción del olivo por parte de los jesuitas y la posterior extinción de todas las plantaciones por orden de la corona en la que según cuenta la leyenda, en el departamento de Arauco, La Rioja, una anciana logró cubrir un esqueje del olivo, el cual sobrevivió convirtiéndose en el futuro árbol de la variedad Arauco que dará origen a dicha leyenda y al olivo en el continente.
El aspecto visual del Olilbó Arauco es de un dorado intenso con algunos reflejos verdosos, aromas frutales y herbáceos muy delicados, sabores a pasto recién cortado, ligeramente amargo y exquisitamente picante.
La variedad Arbequina proviene de Arbeca, en Cataluña, España, siendo introducida en el país en la década del 90, y que cuenta con una alta productividad. Su aspecto visual es amarillo intenso con tonalidades verdosas, aromas almendrados con notas a manzana verde y herbáceas, muy aterciopelado en boca, suave y equilibrado.
La variedad Frantoio tiene su origen en La Toscana, Italia, y fue introducida en la Argentina a comienzos del siglo XX, propagándose rápidamente a lo largo de las plantaciones de las regiones olivícolas del país. El aspecto visual de este varietal es verde muy claro con tonos dorados, aromas muy frutales, tenuemente herbáceo, con sabores armoniosos y ligeramente picantes. Como vemos, estamos en presencia de tres francos y exquisitos varietales que seguramente nos van a confirmar que Olibó es más que un ‘buen aceite’. Bon Appetit.