ACEITE DE OLIVA RYAN: DE IRLANDA A URUGUAY

Como sabemos, los recorridos históricos siempre adquieren relevancia para explicar un proceso, en ocasiones las fronteras solo parecen ser “datos” en una historia de vida, pero es eso lo que ocurre en muchas oportunidades y hoy nos tocará hablar sobre la familia Ryan, que no solo llegó desde Irlanda al Uruguay a implantar viñedos, sino que también el olivo formó parte importante de ese largo camino.
Ese sendero que comenzó en Irlanda por su abuelo y luego Gibraltar y Croacia por sus padres, le transmitió a Alfredo Ryan, nacido en Argentina, la experiencia de esos viajes de frontera en frontera y posteriormente los continuaría en Sudamérica entre Argentina, Brasil y Uruguay que lo va a encontrar implantando vides y olivos en Sierra de las Ánimas, en Maldonado, Uruguay, muy cercano a la ciudad serrana de Minas.
Es en esta chacra donde Alfredo tiene plantado 1.400 olivos y casi una hectárea de viña, con un clima que tiene influencia marítima y que posee un elevado nivel pluviométrico que asciende a 1.200 mm anuales, precisamente el contexto de las diversas variedades implantadas de olivos como son la Arbequina de Catalunya con un 50 %, la variedad Manzanilla de Sevilla con un 20 %, la variedad Barnea de Israel un 15 %, la Coratina de Italia en un 10 % y la Picual de Jaén con un 5 %, como vemos una amplia diversidad que también trasciende las fronteras aportando cada varietal sus características en sus justas proporciones.
Como enfatiza Alfredo Ryan refiriéndose al cuidado de toda su cosecha manual y artesanalmente, señalando; “desechamos toda fruta que no esté en condiciones y en la elaboración dentro de las 24 horas de cosechadas, este aspecto es FUNDAMENTAL, ya que de no hacerse así las aceitunas comienzan a fermentar, degradarse y el aceite pierde su pureza, aumenta su acidez y se vuelve rancio, de allí ese sabor a hierba fresca de nuestro aceite”.
Este aceite de oliva extra virgen Ryan presenta un aspecto visual de color amarillo dorado intenso con tonalidades verdosas, aromas y sabores sumamente complejos, precisamente por las cambiantes sensaciones que suele expresar la variedad Arbequina de un sitio a otro, siendo en este caso intensa y característicamente herbácea, el delicado picor y fino amargor que aportan en final de boca la variedad Coratina y la Picual y la untuosidad de la Barnea y la Manzanilla redondeando de amable textura y sabor este delicado aceite de oliva extra virgen que fue fielmente elaborado a lo largo de este gratificante camino entre vides y olivos y que Alfredo Ryan transitó pacientemente derribando murallas de anquilosadas y herméticas fronteras de la vida. Bon Appetit.